Deporte y discapacidad

Cuando pensamos en la actividad física y el deporte, nos imaginamos sin darnos cuenta en personas con una alta preparación, capaces de superar obstáculos cada vez mayores y alcanzar un éxito aceptado por todos, gracias a sus cualidades personales, principalmente las derivadas de su posibilidades motrices. Este tipo de deportistas lógicamente existen,  y podemos verlos muy frecuentemente en la televisión.

Gracias a que desde el año 1944 se consideró el deporte como terapia de rehabilitación y un tiempo después, a reflexionar sobre su importancia como medio de participación social, fuimos avanzando hacia el «deporte para todos». Las personas con discapacidad tiene el mismo derecho que los demás a desarrollarse integralmente. Una parte fundamental de este derecho reside en su participación en grupos sociales y sentirse como un miembro aceptado con sus peculiaridades.

Quiero apuntar algunos de estas actividades deportivas:

Baloncesto en silla de ruedas: lo más importante para esta actividad es un buen dominio de la silla de ruedas, ya que hay que responder lo más rápido que se pueda.

Voleibol sentados: El concepto general del juego es igual que el voleibol de pie. Se debe pasar el balón al otro lado de la red con un máximo de tres golpeos sin que el balón toque el suelo.
Boccia: Este deporte va encaminado a las posibilidades motrices de personas con parálisis cerebral. Es un deporte similar a la petanca. Cada jugador, pareja o equipo tiene seis bolas rojas o azules. El juego consiste en colocar las bolas lo más cerca posible de una blanca. Si la persona no puede lanzar con el brazo, utiliza una canaleta o rampa para lanzar la bola.
Goalball: es el único deporte paralímpico para personas con discapacidad visual. Los equipos deben meter mayor número de goles en las porterías contrarias lanzándolo con la mano. Se utiliza entonces el sentido auditivo para interceptar la pelota, la cual, alberga en su interior un cascabel que ayuda a los participantes en su orientación espacial. Para que los participantes jueguen en las mismas condiciones, llevan un antifaz oscuro que quitan visión a aquellas personas que tienen restos visuales.
Las personas con discapacidad auditiva y psíquica, en principio, pueden realizar cualquier tipo de actividad deportiva. Solamente necesitarían algunas adaptaciones concretas que cubrieran las limitaciones que presentan.
En el caso de una persona sorda requiere mayores referentes visuales que le  complementen la información que se le escapa por la vía auditiva. Y en el caso de personas con discapacidad intelectual la adaptación principal se centraría en simplificarle la actividad, de forma que no le suponga un juego incomprensible lleno de reglas y pautas de actuación.
Con este pequeño artículo he pretendido ofrecer una parte del deporte que queda encubierta y de la que no se conoce demasiado. Ofrecer oportunidades desde cualquier esfera social, es el primer paso para acercarnos a la idea de inclusividad, todavía demasiado etérea.
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